Carta a los Directoras y Profesores del CENS Nº 54
A veces en la vida nos proponemos objetivos que al principio tienen la particularidad de estar experimentando sensaciones tan ambiguas, en las cuales creemos que entre el cielo y el infierno solo hay un paso. No fui ajeno a esto cuando retomé los estudios, tuve la entereza de sobrellevarlo y así afianzar el objetivo.
Pero a medida que pasaba el tiempo y más cerca me encontraba de lograrlo comencé a comprender que cuando llegara ese día, después vendría el vacío. El vacío de no concurrir a clases ni ver las caras de los compañeros y profesores.
La sensación de bajar las escaleras y traspasar como un fantasma el pasillo y entrar al aula y sentarse en el banco que es de uno por ese tiempo que cursa. Por eso decidí escribir esta carta, antes que llegue ese vacío. Para agradecer, tal vez estas líneas terminen olvidadas en el cajón de un escritorio o en el fuego, no importa, creo que hay una memoria universal. Entonces agradezco a Susana y a Stella, que me dieron la oportunidad cuando las clases habían comenzado, a Marisa Perez Labat que me enseñó a comprender algo de filosofía, a Nora amante de la literatura la cual comparto, a Cristina y Andrés despertando de nuevo el gusto por las matemáticas, Carmela que la tuve poco tiempo pero disfruté su tiempo. Salomón al cual aprecio como profesor y persona, Julia (Miss July) que tuve el honor de ser el primero en no dar inglés libre, a Virginia Gonzalez que no está pero fue un placer haber sido su alumno, una mujer maravillosa, Marcela Fortunato que después de 20 años me hizo comprender química, Stella Maris enseñando historia con todo su fervor, Susana Cantero la de matemática financiera aguantándonos y Andrea Tabasco tratando de descifrar nuestras respuestas sobre el código aduanero.
A todos ellos les agradezco de por vida su enseñanza.
Ariel Eduardo Das Neves
P.D.: ¿Qué significa matemática A y matemática C?
A veces en la vida nos proponemos objetivos que al principio tienen la particularidad de estar experimentando sensaciones tan ambiguas, en las cuales creemos que entre el cielo y el infierno solo hay un paso. No fui ajeno a esto cuando retomé los estudios, tuve la entereza de sobrellevarlo y así afianzar el objetivo.
Pero a medida que pasaba el tiempo y más cerca me encontraba de lograrlo comencé a comprender que cuando llegara ese día, después vendría el vacío. El vacío de no concurrir a clases ni ver las caras de los compañeros y profesores.
La sensación de bajar las escaleras y traspasar como un fantasma el pasillo y entrar al aula y sentarse en el banco que es de uno por ese tiempo que cursa. Por eso decidí escribir esta carta, antes que llegue ese vacío. Para agradecer, tal vez estas líneas terminen olvidadas en el cajón de un escritorio o en el fuego, no importa, creo que hay una memoria universal. Entonces agradezco a Susana y a Stella, que me dieron la oportunidad cuando las clases habían comenzado, a Marisa Perez Labat que me enseñó a comprender algo de filosofía, a Nora amante de la literatura la cual comparto, a Cristina y Andrés despertando de nuevo el gusto por las matemáticas, Carmela que la tuve poco tiempo pero disfruté su tiempo. Salomón al cual aprecio como profesor y persona, Julia (Miss July) que tuve el honor de ser el primero en no dar inglés libre, a Virginia Gonzalez que no está pero fue un placer haber sido su alumno, una mujer maravillosa, Marcela Fortunato que después de 20 años me hizo comprender química, Stella Maris enseñando historia con todo su fervor, Susana Cantero la de matemática financiera aguantándonos y Andrea Tabasco tratando de descifrar nuestras respuestas sobre el código aduanero.
A todos ellos les agradezco de por vida su enseñanza.
Ariel Eduardo Das Neves
P.D.: ¿Qué significa matemática A y matemática C?
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